Hay algo que está muy extendido entre los desarrolladores de software: la tendencia natural que tenemos a pensar siempre que existe un lugar de trabajo mejor que donde estamos. Sólo tenemos que encontrarlo para ser felices para siempre, al menos, laboralmente.

Lo cual, traducido a nuestras carreras profesionales, tiene su traducción en creer firmemente que la empresa donde trabajamos es una basura, que las condiciones son horribles, que el trabajo se hace mal (y que, en otra parte, existe una empresa donde las cosas se hacen realmente bien, donde nos sentiremos valorados, nos pagarán como nos merecemos y donde las condiciones serán tan buenas que ir a trabajar será mil veces mejor que irnos un mes de vacaciones a las Maldivas).

Normalmente este pensamiento no aparece instantáneamente nada más empezar a trabajar en una empresa. Algunas veces es un hecho concreto lo que lo dispara (una promoción que se nos ha escapado, un aumento de sueldo que no ha llegado, una discusión con nuestro jefe) aunque lo más habitual es que sencillamente se vaya formando en nuestra mente poco a poco, conforme la rutina empieza a impregnar cada aspecto de nuestro trabajo diario y la magia de estar en un sitio nuevo donde descubres algo todos los días se va perdiendo.

A partir de entonces empezamos a disfrutar cada vez menos de nuestro trabajo y, probablemente por ello, nos sentimos menos motivados. Lo que suele resultar, en casi todos los casos, en que nuestros resultados son peores. A veces, mucho peores (he visto a desarrolladores a los que consideraba genios hacer auténticas chapuzas y darme cuenta al final de que el problema estaba en que no se sentían motivados cuando las hicieron). Por supuesto, conforme los resultados son peores, la valoración que otros tienen de nosotros es peor, la promoción que esperábamos no llegará, tendremos cada vez más broncas con nuestro jefe, nuestro sueldo seguirá siendo igual de miserable. Y todo ello hará que cada vez nos sintamos más resentidos con nuestra empresa y más amargados en nuestro trabajo.

Pero no pasa nada, porque sabemos que existe ese otro sitio donde las cosas nos irían mucho mejor instantáneamente por la sencilla razón de que es un lugar mejor. Y entonces empezamos a buscar otro trabajo… de nuevo. Porque no es la primera vez que andamos buscando ese sitio. Es la misma búsqueda que hicimos la última vez que nos pusimos a buscar un nuevo trabajo (y que a lo mejor pensamos que había terminado cuando encontramos el trabajo donde estamos ahora). Si eres sólo un poco más listo que la mayoría de la gente ya te habrás dado cuenta de que tampoco va a ser la última vez que lo hagas.

Y así nos pasamos muchos de nosotros nuestra vida profesional, saltando de una empresa a otra regateando beneficios sin ser feliz en ninguna parte, hasta que llega el momento en el que empezamos a valorar más otras cosas como la estabilidad -por convencimiento o por pura necesidad. Y dejamos de buscar, no porque pensemos que hemos llegado al lugar correcto, sino sencillamente porque sabemos que ya no podemos seguir más adelante. Y terminamos en un lugar que no nos gusta, donde no disfrutamos ni un solo segundo que pasamos en él y de donde sabemos que ya no vamos a salir fácilmente.

Vale, estoy siendo un poco dramático pero quién puede decir que no reconoce un patrón parecido en su carrera o la carrera profesional de otros. Y, ¿realmente tiene sentido que sea así?

Rompiendo el círculo

Lo primero que tenemos que hacer para romper esta espiral de insatisfacción es darnos cuenta de una verdad: no existe la empresa perfecta. Sólo tienes que pensar en que la gente se va de Google porque está absolutamente quemada. Sí, los mismos que trabajan en esas oficinas tan chulas con salas de reuniones super guapas, restaurante propio donde te dan de comer chefs y te prepara el café que quieras un barista profesional, además de cobrar una pasta gansa, se terminan marchando porque están insatisfechos, aburridos, estresados, quemados.

¿Crees que serías más feliz si en vez de trabajar en tu empresa actual lo hicieras en Google? Pregúntales a los que se marcharon de Google (posiblemente te dirán que se fueron para trabajar en una empresa mejor). ¿Crees que vas a ser más feliz por trabajar en otra empresa? Puede que no porque las condiciones son sólo una parte pequeña de la ecuación de la satisfacción laboral. Cuanto antes te des cuenta de eso más tiempo tendrás para realmente planificar cómo quieres que evolucione tu carrera.

Conócete a ti mismo

Empieza por preguntarte qué es lo que realmente quieres conseguir de tu carrera profesional. ¿Te gustaría por encima de todo trabajar para una gran empresa? ¿Valoras más poder compartir tu lugar de trabajo con gente super inteligente? ¿Te gustaría dedicarte a gestionar en lugar de a hacer cosas por ti mismo? ¿Quieres trabajar en tu propia idea?

Mucha gente con la que he hablado no sabe en qué quiere que se convierta su carrera profesional. Muchos tienen dudas, les cuesta decidir, algunos ni siquiera se lo han preguntado. Y eso es lo que realmente nos hace infelices en el trabajo la mayoría de las veces.

Por eso, da igual lo que quiera que escojas, debes escoger algo y tener presente que no se puede tener todo. Si nos hicieran por separado cualquiera de las siguientes preguntas:

  • ¿Te gustaría que tus compañeros de trabajo fueran personas super inteligentes de las que pudieras aprender todos los días?
  • ¿Te gustaría trabajar en algo con un impacto global que potencialmente afecte a millones de usuarios?
  • ¿Te gusta ver que tu trabajo diario tiene un impacto directo en los resultados de tu compañía?
  • ¿Quieres ascender la escalera corporativa y llegar a ocupar el cargo con mayor responsabilidad posible?
  • ¿Quieres desarrollar tu propia idea (revolucionaria) y cambiar el mundo?

Posiblemente, responderíamos que sí a un buen número de ellas. Pero, puestas todas juntas, es imposible decir que sí a todas a la vez (al menos, de una forma realista). Sencillamente son cosas diferentes, en muchos casos contradictorias, que requieren seguir caminos divergentes para alcanzarlas. Así que tenemos que decir que sí a unas pocas cosas y empezar a decir que no a muchas otras.

Y empieza a moverte

Y cuando ya sepas adónde quieres ir entonces es el momento de empezar a moverte, de buscar siempre mejores oportunidades para seguir desarrollándote de la forma que has decidido hacerlo. Puede ser que un trabajo te dure unos pocos meses hasta que cambies a otro o bien que continues en la misma empresa durante años. En cualquier caso, cada paso que des lo harás convencido de que te acerca a tu objetivo. Y si tu objetivo cambia, no pasa nada, ajusta tu plan y empieza a ponerlo en marcha.

Los planes son inútiles, pero planificar lo es todo. Dwight D. Eisenhower

No ocurre nada si cuando llegas a una entrevista de trabajo presentas un curriculum que demuestra que durante 5 años quisiste ser experto en inteligencia artificial y durante los dos años siguientes cambiaste porque querías ser scrum master o agile coach. No se puede decir lo mismo si cambiaste diez veces de empresa para conseguir dos días más de vacaciones o una silla más cómoda.

Para quien navega sin rumbo ningún viento es favorable. Séneca